jueves, 14 de marzo de 2013

Jolom Mayaetik presente en la tienda de Vive México, una iniciativa social del Hotel María Isabel Sheraton

 

La Cooperativa Jolom Mayaetik 


Junto con dos cooperativas mas de artesanias y dos cooperativas de café, estará exhibiendo sus productos para la venta en la Tienda Social de Vive México ubicada en el interior del Hotel Maria Isabel Sheraton

 

Bufandas elaboradas por ancianas de la cooperativa en hilo 100% de algodon en telar de cintura
El horario de atención al público es de lunes a viernes de 12 a 20 horas

Te invitamos a conocer nuestros productos y si ya los conoces a que sigas compartiendo esta gran red.




martes, 24 de julio de 2012

JOLOM MAYAETIK EN LA EXPOSICIÓN TEMPORAL DEL MAP "BIOARTESANÍAS"

Notimex

Con espléndidas piezas realizadas con materiales naturales, en los que artesanos mexicanos plasmaron su imaginación, creatividad y destreza, está conformada la exposición temporal “Bioartesanía”, que se inauguró en el Museo de Arte Popular, en esta ciudad.

El aprovechamiento de los materiales naturales en la producción artesanal es tan vasto e importante, como la inmensa biodiversidad del país, que el público podrá disfrutar en la muestra, que permanecerá hasta el próximo 30 de septiembre.


Abordar de lo que es y significa la artesanía de México es trasladarse a varios siglos de historia, de creaciones en donde la tradición, las costumbres, el mestizaje y la inagotable diversidad de culturas han dado un pulso extraordinario a la producción artística, la cual se origina de un dinámico triángulo de interacción entre naturaleza, hombre y sociedad.

La artesanía es sin duda alguna un referente de lo que el hombre puede hacer en colaboración con su entorno; es testimonio material e inmaterial de lo que provee la biodiversidad y es portavoz de las tradiciones.

Colores, formas, materiales, técnicas e historia; se conjugan para dar lenguaje, pertenencia e identidad a un país como México, en el que desde tiempos ancestrales se reproducían objetos como cestería, cerámica, trabajo en piedra o en madera, siempre en función y relación con la naturaleza.

Esta muestra tiene como objetivo acercar y presentar el cómo y el por qué de la permanencia de muchos objetos de tipo artesanal; pretende también explicar, de forma visual, el origen de este tipo de objetos, es decir, su materia prima, los tintes y pigmentos que ostenta, así como de su elaboración, de la dificultad y complejidad de su manufactura, de lo simple y costoso de su obtención, y lo complicado del proceso.

No se busca descubrir, sino informar, y con ello concientizarnos tanto de lo complicado y costoso que puede ser la elaboración de una artesanía, desde su gestación hasta su comercialización; como de la importancia de preservar el medio ambiente y sus formas de vida.

Ya que a través de éstos, México es reconocido por su diversidad cultural, su riqueza natural, y también, como uno de los pueblos más creativos en la superficie de la Tierra.

Cultura y EntretenimientoSábado, 21 de Julio de 2012 15:40
Redactor: Janeth Ochoa

viernes, 13 de mayo de 2011

ANCIANAS JOLOM FAIR TRADE VIDEO

CÓMO FUERON NUESTRAS COSTUMBRES




“Las ancianas son las que saben más, mi abuela así hablaba de sus abuelas también”.

Rosa López, Tzutzbén
Antes no existía el nylon, pero la hoja de plátano era muy buena para hacer las tortillas. Después de hacer las tortillas con la hoja de plátano la poníamos en agua para que no se maltratara. Cuando ya está muy maltratada buscamos otra.
Apareció el nylon cuando yo tenía 14 años. Con el nylon las tortillas salen más suaves; así dejé de usar las hojas de plátano, desde ese día hasta ahora las tortillas las hacemos en nylon. Sé que el nylon llegó cuando tenía 14 años, porque a los 16 me casé, ahora ya tengo 55 años.
También el aceite comestible tiene poco tiempo; antes usábamos pura manteca de cerdo, cuando mataban cerdo ahí comprábamos todas. El aceite, tiene entre 25 y 30 años que llegó.

María Gómez, Yochib
Antes dicen que las tortillas las hacían en hojas de plátano; yo ya no me tocó, crecí después, tampoco utilicé el metate, porque ya había molino.
Mí abuela me dice que eran muy pobres, entonces no alcanzaban a comer tortillas, sólo se hacían un poco de atole y un poco de frijoles. El dinero no les alcanzaba para maíz, tomaban Xbujk, que es la raíz de una planta; hacían tortillas de plátano porque no había dinero para comprar maíz y aunque sembraran no se daba bien la cosecha.
Dice mi mamá que sólo tenían un sets’ (plato), era muy grande y todos comían de allí, lo llenaban de frijoles o lo que iban a comer y comían juntos, niños y grandes.
Hay gente que cuenta con mucho detalle como vivieron, nos llevaría días enteros escucharles. Antes nos decían que no conocían los zapatos, no como ahora que hasta hay para los niños chiquitos, así que como no había los hacían con doblador (hoja de elote seca). No sé contarlo bien, las abuelas lo cuentan muy bonito.
La gente grande sigue conservando sus costumbres y también sus alimentos, por ejemplo: siguen comiendo ratas de campo; nosotras hemos intentado comerlas pero nos da asco y vomitamos; para los ancianos es parte de su alimentación, ellos si se las comen cuando pueden cazarlas o alguien les vende porque no todo el tiempo se encuentran, a veces es muy difícil porque no hay muchas, o no caen en las trampas que les ponen. También comen las ardillas y conejo.

Francisca Pérez, Chichelalhó
No se usaba el jabón, se usaba una planta que se llama, Ch’ upak. No había ollas ni sartenes, las cucharas eran de palo, no había de peltre, sus sartenes eran de barro, no había de fierro, todos los recipientes para cargar agua y para cocer maíz eran de barro.
Las ancianas son las que saben más, mi abuela así hablaba de sus abuelas también.


Manuela Hernández, Tzutzbén

La tradición de nuestros antepasados así era. Todas sus ropas las tejían y las bordaban, así eran sus costumbres. Y de alguna forma así seguimos hasta ahora, tejemos y bordamos también.

Celia Sántiz, Bayalemó
Según mi mamá, nuestros antepasados, compraban bolas de algodón en el pueblo, allá se conseguían, compraban las bolas de algodón para convertirlo en hilo. -Eso decía mi mamá-; que se utilizaba puro algodón no lana. Creo que antes no existían fábricas, por eso ellas tenían que hacerlo. Mí mamá no sabe hilar algodón pero a lo mejor sus papás si lo hacían.


Pascuala Patishtán, Bautista Chico

Antes los platos no existían, solo habían los sets’. Son de barro, parecidos a las ollas, pero que servían para comer, también les llamamos pulato. Dicen que los más antiguos hacían sus propios platos, sus cómales y ollas. No lo compraban si no que cada familia sabía hacerlo. Mi mamá me cuenta que sólo había dos platos sobre la mesa y toda la familia comía del mismo plato.
Antes no había cubetas, eran puras ollas de barro en donde ponían sus frijoles; el maíz para las tortillas y el pozol.
Dice mi mamá que tenía que comprar el tunim (algodón), y pegarle con una varita para sacarle las semillas, después hacerlo hilo con el petet,(instrumento para hilar) para poder tejer sus ropas, así que era mucho trabajo y si quería tener hilo de color rojo, entonces tenía que pintarlos con la cáscara de nakté (roble); -Era un rojo muy bajito-. También hacían sus servilletas para las tortillas.
No había chales (rebozos), así que se cubrían con los mochibales (capa), que son como los que ahora venden los de San Juan Chamula; están hechos con lana de borrego; las cobijas también eran hechas con lana de borrego.
En ese tiempo no había nylos para cubrirse de la lluvia, utilizaban una especie de palma para no mojarse, -aunque siempre se mojaban-.
Mi mamá me ha contado que antes la gente no tenía que trabajar porque el maíz y el fríjol se daban muy bien, ahora crecen bien con puros fertilizantes.


María López, Bayalemó
La vida ha cambiado, en la milpa se usa puro abono químico, los herbicidas es lo que ahora usan los hombres; lo sienten más bueno porque trabajan menos, antes trabajaban mucho en el día pues con el azadón se avanza poco. Lo malo es que se va acabando la tierra; si sembramos chilacayotes ya no se dan, se mueren las semillas y cuando les ponen abono químico crecen.
Lo que yo veo de la vida actual es que ya no somos fuertes como nuestros abuelos y abuelas, hasta podemos morirnos muy tiernos, se nos encanece el cabello y ya no vivimos bien y nos ponemos muy menuditos (delgados, débiles).
Nuestros antepasados vivían muchos años, eran de sangre fuerte.
Se nota que vivimos mal. Tomamos refresco, comemos cosas que vienen de las fábricas, quién sabe si se han preparado con higiene, todo ya es tratado con químicos, como las verduras, calabacitas, el maíz, por eso estamos débiles, nos enfermamos de dolor de cabeza, estómago, dolores musculares, es todo lo que padecemos. Ya no sabemos cómo curarnos, lo que compramos son las medicinas de farmacias, aunque no sirva, pero lo compramos si no, nos morimos.
Con el tiempo se ha venido empeorando la vida, pero quién sabe qué más puede suceder en el futuro.
Antes usaba las ollas de barro como parrilla, ahora las parrillas son de metal. La ventaja de las parrilla de ahora es que se pueden poner a calentar muchas cosas al mismo tiempo.

Pascuala Patishtán, Bautista Chico
Nuestros abuelos y abuelas eran muy fuertes. Dicen que la enfermedad entró en las comunidades cuando se construyó la carretera de Tuxtla. Antes nadie decía que le dolían los huesos o alguna otra parte del cuerpo. Dicen que cuando construyeron la carretera destruyeron un cerro y fue así que vinieron las enfermedades. Con la destrucción del cerro llegaron a las comunidades los coyotes, se empezaron a comer los pollos y los borregos. Antes los pollos y los borregos estaban tranquilos, no les pasaba nada; decía mi mamá: “Aquí los dejaba solos”.
Mi papá decía: “Que los ancianos, le pegaban machete a su espinilla y sacaban chispas de fuego, ahora si le pegamos, salen chispas de sangre”.
Mi mamá decía que su tío trabajaba mucho, buscaba a 10 personas para rozar y producir maíz y fríjol. No era necesario usar abono ni herbicidas.
En el pasado, nuestros padres hacían las ollas de barro y cómales. Usábamos también un “bochil lum” ( plato de barro ), con eso se sirve de comer chilacayote.
No se tenía que comprar la cal, la misma gente la quemaba, había una persona encargada que tenía que estar cuidando el proceso durante 3 días, esta persona no puede regresar a su casa mientras cuida la cal, así que durante esos días no ve a su esposa, dicen que si se va con su esposa, se hecha a perder la cal porque es algo sagrado, esta persona es elegida y cada año se renueva su cargo.
Para elaborar la cal, se usan piedras de cal especiales, se necesita leña para quemarlas, una vez preparada la cal, la reparten entre las autoridades, el sobrante lo venden. Tienen una medida que se llama vara te’ con esta medida la venden. Cuando se usa se vierte en agua y lo que no se usa se entierra para que no se eche a perder.
Los platos que usaban antes eran de madera. Yo todavía los uso junto con los de ahora y las cucharas de madera también las uso.
Antes no se acarreaba el agua en ánforas, se usaban cántaros; eran nuestros padres quienes los hacían de puro barro. Hacían grandes y pequeños para que pudieran cargar las personas grandes y los niños.
También vendían los cántaros, es importante escoger el mejor barro, debe ser especial, si no es bueno, los cántaros se truenan cuando los meten al fuego.
El barro malo tiene espinas que se entierran en las manos al agarrarlo; no se amasa rápido, se tiene que moler y se le sacan unas pepitas. Dicen que lleva 3 mezclas para que salga bien, ya no me tocó mucho molerlo, ya fue poco porque estaba pequeña todavía; a mis hermanos sí les tocó.
El barro bueno no se consigue con facilidad se tiene que ir muy lejos de la comunidad, además se escarba muy profundo para encontrarlo, no es que puedes conseguirlo allí no más en la superficie, es difícil de conseguir el barro para olla, el comal, y el cántaro.
Mí mamá hacía tortillas con las manos, me acuerdo todavía como estiraba la masa sobre sus manos para hacer las tortillas, parecía fácil para ella, cuando me ponía a hacerlas no me salía.
Mí mamá hacía sus tortillas y no usaba bolsa de plástico. Iba a las fiestas para ayudar, molía el maíz en puro metate, las tortillas las cocían en cómales de barro embarrados con cal, con las manos hacían las tortillas para el Alférez y el Pasión. Las mujeres se sentaban alrededor del comal con su masa para hacer tortillas. Tiempo después empezaron a hacer las tortillas en hojas de plátano, lo malo era que luego no podían despegar la tortilla de la hoja, y más tarde salieron las bolsas de plástico y con eso se ayudan las mujeres para hacer la tortillas. Hace mucho tiempo se hacía trueque en la comunidad Ya’al chitom (comunidad ubicada en el municipio de Chamula), allá más abajo en tierra caliente; en esa región son productores de aguacate, allá no crece las verduras. Cuando no hay dinero para comprar aguacate entonces llevaban sus verduras en redes bien llenas, así mismo las traían de regreso, llenaban la red con aguacates, eso es lo que yo he visto. Ahora ya no se si es así, porque ya no llego allá.
Nuestros abuelos le llamaban al dinero karera. Tenía el tamaño de una moneda de 50 centavos de ahora. Ya no me acuerdo que figura tenía. Los abuelos las guardaban pero los niños jugaban con ellas.
Había unas monedas que se llamaban mexicano, tenían un sol, y en este momento recuerdo que la moneda karera tenía una flor.
En el tiempo de mis papás y abuelos no había reloj, sin embargo ellos sabían qué hora era; se despertaban muy temprano, medían el tiempo a través de las estrellas. Cuando estaba amaneciendo se daban cuenta por una estrella Curus k’anal (estrella cruz), hay mol k’anal (estrella anciano superior); cuando estas estrellas aparecen nuestros padres y abuelos se levantan.
Dicen que las estrella xolom y jukulpat, son las que nos observan, mi padre medía el tiempo sólo con las estrellas, me decía. “Levántate que ya va amanecer”, y el ya había molido el maíz, yo sólo hacía la tortilla.
Nuestros padres y abuelos no dormían tanto como lo hacemos ahora, se levantaban muy temprano y salían a trabajar.
Trabajábamos todo el día y cuando ya eran las 12 del medio día nos decían que teníamos que descansar; ponían su azadón sobre la tierra y cuando el sol cae exactamente en el mero centro, significa que ya son las 12 del día.
Igual le hacíamos con el calendario, no usábamos el de los “Kaxlanes” (mestizos), lo malo es que ya no nos acordamos de nuestro calendario, estamos perdiendo nuestras costumbres del pasado.
Mí mama vivía en una casa muy grande hecha de madera y techo de zacate, tenía un corredor, la casa la construyó su papá. Los ancianos se organizaban para construir las casas y para medir la cantidad de zacate que necesitaban, contaban por jbok’ (equivale a 400 piezas). De esta forma planeaban cuantos manojos tenían que cortar para la casa, de la misma forma contaban el maíz. También decían janika; yo no entendía qué era janika, pero investigué y supe que equivale a 12 litros, ahora ya nadie entiende esta forma de medir, tal vez en español se le llama fanega.
Antes cargábamos las cosas con cuerdas de cuero de vaca, no se usaban las cuerdas de plástico. Cuando se mataba una vaca, nada se tiraba, aprovechaban todo, se repartía todo, nada se desperdiciaba, se repartía hasta el pene del toro.

Manuela Hernández, Tzutzbén
Antes no había agua potable, se tomaba únicamente el agua de los arroyos, acarreábamos hasta nuestras casas en jarrones a los que les llamábamos “ja’be”. Ahora el lenguaje a cambiado pues a estos jarrones les llamamos “lupo’, o lup yoxo’”.
Se usaba un morral para cargar las semillas porque había muchos animales en la tierra, se llama “pat chon o pat tuluk’” (concha de armadillo); era muy cómodo.
Las mujeres cargábamos las semillas de fríjol en una jícara, era la original porque ahora usan trastes de plástico.
Nuestros padres nos vendían por “pox”, -mi padre así era-; ofrecía a sus hijas con tal de que le dieran “pox”. Así era la costumbre.
Cocinábamos las cosas en ollas de barro. Las ollas las hacían los chamulas (habitantes del municipio de San Juan Chamula), mí mamá las compraba.
Había unas ollas llamadas “baxil bin” (olla). Esta olla calienta muy bien. Ahora se usan ollas de peltre, casi nadie usa ollas de barro ni tampoco “sets’” (plato de barro), que se usa para poner su “voch’” (masa). También se usaba “lech” (cuchara o cucharón tradicional) que es también de barro como el “sets’”, cuando se rompe “lech” se usa para mover el atole que se prepara el día de Todos Santos (Día de los Muertos) .
Para el fríjol se usa otro “lech”, pero de madera, ése se utiliza también para la verdura. Cada comida tiene su propio “lech”; -eso era antes-, ahora todo cambió, ya no existe el “lech” ni el “sets’”, sólo hay ollas galvanizadas, cucharas de metal y platos, antes solo comíamos en platitos pequeños de barro.
Ahora también consumimos productos de lata. Son muy sabrosos, parece que el chile fuera más rico que los demás, por eso compramos las latas de chile. Nuestros abuelos no consumían esos productos, nosotros lo que compramos más son los chiles de lata, los frijoles no tanto.

miércoles, 21 de enero de 2009

Artesanas y artesanías: indígenas y mestizas de Chiapas construyendo espacios de cambio.(Sección Temática)



Publication: Revista Liminar
Publication Date: 01-JUN-04
Autor: Ramos Maza, Teresa

COPYRIGHT 2004 Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

"Yo siempre trabajo con mis manos, luchando con mis manos, tejiendo todo lo que sé y mi mamá siempre lucha trabajando" (Artesana tseltal)

Introducción

El propósito de este artículo es mostrar que las mujeres indígenas artesanas y comerciantes mestizas de los Altos de Chiapas, han creado una nueva artesanía textil que se ha originado a partir de la conjunción de creatividades, intereses y habilidades de las artesanas tseltales y las comerciantes mestizas. Una de sus consecuencias es que se ha creado un espacio a través del cual han obtenido una mayor capacidad de tomar decisiones al interior de la familia, de manejar y controlar recursos, y de participar en la actividad política de sus localidades.

Para situar este estudio en un contexto más amplio describo y discuto las diferentes modalidades o vías que han seguido las familias artesanas de algunas regiones del país para documentar los cambios, adaptaciones y nuevos significados en la producción y consumo de las artesanías en el México del siglo XXI. También reviso y discuto los diferentes hallazgos de estudios realizados sobre el trabajo a domicilio en áreas rurales del país, y sus efectos en las relaciones sociales y de género. Propongo que a través de las diferentes vías de la producción de artesanías en nuestro país, se ha dado también una diferenciación del trabajo a domicilio y de formas de vivir el trabajo femenino y lo doméstico. Estas formas de trabajo no necesariamente significan un confinamiento de la mujer que propicia o refuerza una condición de subordinación femenina.

Artesanías: globalización e interculturalidad

En la Ciudad de México, a fines del siglo XX, recorriendo un supermercado me llamó la atención un grupo de personas observando muy atentamente un escaparate: ¿qué nueva tecnología doméstica llama tanto la atención de los cslientes? Para mi sorpresa no se trataba de la transmisión televisiva de una visita del Papa, tampoco de un partido de fútbol; el hecho que provocaba la curiosidad de la gente era la exhibición de un anciano artesano que al igual que un malabarista del circo, trabajaba hábilmente con sus pies, manos y boca, haciendo molinillos de madera.

Durante la visita a la casa campesina hecha con pencas de maguey y exhibida en el Museo de Culturas Populares, del Distrito Federal, uno se pregunta por la población que habita estas viviendas en el campo mexicano. Probablemente algunos estén en sus poblados, otros en Estados Unidos, algunos tratando de cruzar la frontera. Si se observan los alrededores del museo se puede contemplar a vatios de ellos vendiendo artesanías en sus improvisados puestos ambulantes para los cuales basta un pedazo de tela extendido sobre la calle.



En la plaza de Coyoacán, Distrito Federal se observa a infinidad de personas haciendo, vendiendo y comprando artesanías. En la exhibición e intercambios pueden estar reunidos a un liempo huicholes, "deefeños", estadunidenses, franceses, mixtecos tsotsiles, entre otros. Si paseamos por la calle Real de Guadalupe, la calle de las artesanías de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, fácilmente podremos observar en alguna tienda a las mujeres indígenas y mestizas intercambiando ideas sobre el diseño de alguna prenda textil.

En el México de hoy, las artesanías, contra todas las predicciones, no han desaparecido. Su persistencia se debe en gran parte a la diversidad de estrategias de vida que los artesanos-campesinos han creado. Las artesanías forman parte de la diversidad de productos para el mercado que han cobrado en algunas áreas rurales, tanta o mayor importancia que los productos agrícolas. En las diversas regiones del país, la población rural recurre a múltiples y novedosos caminos no sólo para sobrevivir en su tierra sino también para crear otras formas de vivir y satisfacer nuevas pautas culturales e, incluso, para posibilitar la salida de su territorio en busca de otros empleos y opciones de vida.

Las familias artesanas han recreado y diversificado la producción artesanal de la misma manera en que los habitantes del campo mexicano ha reproducido y diversificado sus espacios. Los cambios en el campo se han dado de acuerdo con la confluencia de factores tales como la migración, las tradiciones y culturas locales de trabajo, la modernización de los servicios públicos y d comportamiento --generalmente desfavorable para dios-- de los mercados nacional e internacional en donde participan sus productos. Así, en algunas regiones desaparecen ocupaciones tradicionales al tiempo que aparecen nuevas, tal como ha sucedido en el Valle del Mezquital y en la región del Bajío (Arizpe, 1978; Arias, 1994).

Mientras en algunos pueblos las actividades artesanales se han perdido para dar paso a procesos de manufactura y maquila industrial, en otros, la artesanía pasa a ser, a la par de la migración, parte esencial de la organización del trabajo familiar. En muchos poblados una de las ocupaciones de los que se quedan es la actividad artesanal. Actualmente se registra un número aproximado de 10 millones de artesanos en el país (1). Es un hecho conocido que en el campo mexicano la producción agrícola ya no es la actividad sobre la cual recae la organización del trabajo rural y que la importancia concedida a su realización es desigual entre las áreas rurales del país.

Las anteriores imágenes e ideas sobre las familias artesanas y la artesanía en los inicios del siglo XXI me han motivado a plantear entre otras, las siguientes preguntas: ¿qué nuevas prácticas sociales se han generado entre las mujeres involucradas en esta actividad? ¿En ese acto de producir, vender y comprar un objeto de uso reconocido como muestra de la cultura popular, qué nuevas relaciones e interacciones se configuran? ¿Cómo estudiar la artesanía en el México de hoy?

En los siguientes apartados trataré de aproximarme a la respuesta a estas preguntas.

Las artesanías: diversidad en el consumo y la producción

Como parte de las llamadas culturas populares tradicionales, las artesanías se han reproducido transformándose en gran parte por el interés de los artesanos en mantener su herencia y renovarla al tiempo que obtienen ingresos, establecen relaciones externas y ganan prestigio. Además, existen factores tales como las motivaciones para consumir artesanías de algunos sectores como medio para afirmar identidades o distinguirse por el gusto refinado y tradicional; y la política estatal y promoción gubernamental que usa lo popular para consolidar la unidad nacional al tiempo que estimula la creación de empleos que disminuyan la emigración, fomente la exportación y como estrategia que vincula los productos típicos con el sector del turismo, (García Canclini: 1989; (Novelo, V: 1993).

García Canclini (ibid) ha señalado cómo al tiempo de la reconversión económica y de las políticas gubernamentales, se produce la reconversión realizada por las propias clases populares que adaptan sus saberes y hábitos tradicionales. También sugiere varios elementos básicos para el estudio de las artesanías en la modernidad: a) las culturas campesinas y tradicionales ya no representan h parte mayoritaria de la cultura popular; b) lo popular no se concentra en los objetos; c) lo popular no es monopolio de los sectores populares; d) lo popular ya no es visto por los grupos populares como muestra de un supuesto arraigo a la tradición; y por último, el hecho de que la interacción comercial ha fortalecido también la organización étnica al tiempo que logra mejorar la economía de las familias artesanas.

La moderna producción artesanal mexicana se distingue por la gran heterogeneidad de sus productos, de sus formas de organización y relaciones sociales en el trabajo y distribución y de su consumo. En el siglo XXI, el gusto por y el consumo de las artesanías han sufrido múltiples transformaciones y su valoración ya no se restringe a los sectores "cultos que gustan del arte" y a los intelectuales que admiran y protegen nuestras raíces y ven en las artesanías manifestaciones de resistencia al capitalismo, (Novelo,1993:46). Las artesanías han sido clasificadas en cuatro categorías según el tipo de consumidor: para el turismo masivo-dirigido; para decorar interiores, para el coleccionista y para la galería de arte, (Turok, M., 1988). En el mercado de artesanías se pueden encontrar objetos que son verdaderas piezas de arte y que pueden convertirse en piezas de exhibición en museos hasta objetos que han sido calificados como "objetos chatarra amenazadores de la calidad tradicional y productos de la mercantilización pervertidora" (2), pasando por los productos que desde siempre han sido considerados representativos de la "cultura popular" como las máscaras, los juguetes de hojalata, huipiles, ollas y figuras de barro, canastos y utensilios de cocina, por ejemplo.

Ahora, los objetos artesanales ya no sólo son bienes que adquiere el turista porque representan al "mundo exótico" y cumplen la función de "constancias y recuerdos" del viaje a otros países, sino han pasado a ser objetos de uso cotidiano entre la gente local. Cualquiera que visite algún supermercado en México, Distrito Federal puede observar áreas destinadas a exhibir algún tipo de artesanía. Esto nos habla de que el consumo de artesanías es realizado por sectores más amplios de la población y en los cuales persiste su uso para resaltar un cierto estatus cultural, pero no sólo por ser un producto elaborado manualmente sino que ahora tienen mayor peso otros significados como el carácter estético o el ser un objeto funcional y bello a la vez (3) (Ejea, 1998).

Si seguimos la pista de las artesanías se pueden observar las nuevas paradojas que han surgido en la globalización (4) a través de la producción y el consumo de este objeto considerado como expresión de cultura popular tradicional. Cuando en la capital de nuestro país, muchos mexicanos dicen adquirir artesanías por ser representativas de "nuestras raíces" y los significados giran en tomo a la "identidad nacional" (Ejea, ibid.), los artesanos ven y salen al mundo, tejen figuras creadas por Picasso, Escher, reproducen a Van Gogh.

Otro elemento que caracteriza hoy el consumo de artesanías es el hecho de que al mismo tiempo que existe un consumo diferenciado entre los distintos sectores socioeconómicos y culturales -evidente sobre todo en la calidad, precio del producto y sitio de venta-, el objeto artesanal también puede ser visto como un símbolo de acercamiento entre los distintos grupos sociales y diferentes países. He observado en alguna ocasión a turistas europeas, nacionales y mujeres locales sonreír divertidas viéndose así mismas y a las otras portando todas blusas muy parecidas elaboradas por artesanas de los Altos de Chiapas. Un tipo de uniformidad en el vestir como el que representa la ropa de mezclilla. Sin embargo, esta uniformidad en el vestir también es muestra de la globalización como un "reordenamiento de las diferencias y desigualdades sin suprimirlas", (García, 1995:13)

Las vías de la artesanía mexicana

Los intercambios e interacciones entre la economía nacional de mercado y las economías rurales locales han provocado un reordenamiento profundo de las relaciones sociales y políticas que regulan la vida económica y los procesos productivos de las poblaciones rurales. Destacan en estas transformaciones, por una parte, los cambios provocados por la fuerte estatización de las políticas locales y regionales que ha fomentando que el caciquismo y el apego a los proyectos surgidos del interés político, se conviertan en los métodos básicos de distribución de recursos en el campo. Por otro lado, se ha dado un desarrollo de mercados monetarios: las familias campesinas han monetarizado su economía, es decir han ido cobrando importancia las transacciones monetarias de bienes de consumo y de factores de la producción. En algunos espacios rurales, se han individualizado las estrategias de sobrevivencia o acumulación y se han reestructurado las relaciones familiares, tanto por la degradación de los sistemas de autoridad y cooperación de la economía moral de las comunidades agrarias y principalmente por la redefinición de las relaciones de parentesco y reciprocidad causados por la emigración y semiproletarización generalizadas de la población, (Garcia B., y Garcia B., 1992). Por otro lado, se ha señalado también la dificultad de establecer fronteras entre los espacios urbano y rural y sobre todo del carácter del trabajo femenino.

EL TEJIDO DE LAS ABUELAS


“Los Mayas eran muy inteligentes, habían dibujado una serpiente muy enorme y la representaron en un bordado, también el sapo. Juntos la serpiente y el sapo salen de la piedra, todo está en las piedras porque los mayas labraron todo en las piedras y las mujeres que son muy inteligentes lo convirtieron en bordados”



Magdalena López, San Andrés Larráinzar


Antes era más laborioso el tejido, según me cuenta mi abuelita, usaban algodón, no compraban estambre como nosotros lo hacemos ahora, ellas lo preparaban todo; no se donde lo conseguían, sólo sé que había un lugar donde preparaban algodón, ellas tejían las blusas y la ropa de hombre, a nosotras ya no nos tocó ver eso.
Ahora nosotras compramos el hilo en las tiendas, ya está listo, sólo lo hacemos bolita y lo tejemos rápido. No podemos comparar su trabajo con el de ahora, la vida ha cambiado, no sé si ha mejorado o empeorado.
Antes todo era más difícil, es cierto lo que dice Pascuala, ya buscamos lo más fácil, usamos el estambre, antes usaban algodón y lana original.
Se tejía la manta, ahora como ya hay posibilidad de comprar la manta hecha en fábrica, nada más le pegan el bordado.
En el tiempo de las abuelas no había muchos tipos de bordados sólo se hacía el sat luch (bordado con puntitos), el be lukum (literalmente quiere decir camino de lombriz). Casi nadie sabía bordar bien, con el tiempo han ido apareciendo más bordados; para los bordados de antes se usa el tradicional color rojo o guinda.
Los bordados tienen nombre, sólo que no sabemos por qué se llaman así. Los nombres de los bordados son: xch’uch’ (rana), xpokok (sapo) se llaman así porque tienen esas formas.
Hay un bordado que se ve parado y le llaman “uni santo” (santito), hay otro que se llama pepen luch (mariposa); así nomás dicen, pero no saben que significan. Hay otro bordado que le llaman chon (serpiente); otro se llama kupomte’(serrucho) porque se le ve una fila de espinas.
Nosotras sólo aprendemos a tejer pero no sabemos lo que significa, hay también un bordado que se llama cruz, pero tampoco sabemos lo que significa.
He aprendido de mi abuela los bordados, por eso sé como se llaman algunos. Recibimos las muestras de los bordados de los antiguos mayas; así como la ropa ceremonial de la Madre Rosario con sus bordados en forma de aves, han hecho tuluk’ (guajolote), no podemos inventar otros nombres porque no sabemos que nombres les ponemos.
Hay otros bordados pero no sabemos como se llaman, sólo los llamamos así por la forma en que se ven. Si los hemos aprendido, es porque de generación en generación se han venido transmitiendo. Si alguien aprende, le copiamos y así se van multiplicando los bordados. No es que haya alguien que sepa muy bien de la historia de dónde han venido, nadie sabe. Yo no puedo interpretar los significados. Sí sé de varios tipos de bordados que son: sat luch, max (mono), pak’al luch (tejidos pegados), jun luch (un tejido) y otros nombres que les decimos.
En una cooperativa de mujeres artesanas que se llama Sna Jolobil (casa del tejido), encontraron un librito muy viejito y delgado; ahí se mencionan otros tipos de bordados a los que se les han dado nombre como: Ch’ix k’anal (estrella con espinas), Bakil Choy (vértebra de pez), Tsib luch (helecho).
Veo que así le han puesto por las formas que tienen. Este libro ya tiene mucho tiempo que salió, allí lo tengo todavía, ya está muy deteriorado. No se dónde encontraron ese libro, lo tengo guardado en mi casa.
Algunos de los bordados que allí se muestran son parecidos a los nuestros, no recuerdo cómo le dicen a los demás; veo que nomás los han inventado, no es que estén bien hechos.

En realidad no sabemos de dónde vienen los bordados, o quién los inventó, no sabemos de dónde viene la semilla que Dios nos ha dado, sólo sabemos que son muy bellos los bordados de cada uno de nuestros pueblos.
Mi abuela me decía que en los bordados se habla de la serpiente y del camino de la serpiente, también me hablaba del pavo, y de los antiguos bordados.
Dicen que al principio los bordados los labraban en una piedra pero como los primeros hombres y mujeres eran muy inteligentes, lo hicieron en un bordado. “Así que fue de la piedra al tejido”.
Los Mayas eran muy inteligentes, habían dibujado una serpiente muy enorme y la representaron en un bordado, también el sapo. Juntos la serpiente y el sapo salen de la piedra, todo está en las piedras porque los mayas labraron todo en las piedras y las mujeres que son muy inteligentes lo convirtieron en bordados.

MAYA WOMEN WEAVERS COOP JOLOM MAYAETIK


We are tsotsil and tseltal indigenous artisan women of the Highlands region of Chiapas, Mexico, who have been walking together in search of new possibilities that will allow us to strengthen our family and community economy. We participate in social, political, and economic spaces because we believe that the commercialization of our products does not resolve the multiple problems that we confront every day: poverty, marginalization, and racism. Assuming our organizational process, making decisions with regards to our cooperative, and administering it ourselves has allowed us to begin to construct our autonomy.

Our cooperative is composed of over 250 women from the municipalities of San Andrés Larrainzar, Chenalhó, Oxchuc, San Juan Chamula, Zinacantan y Pantelhó. It is from this diverse group that we have been able to produce all of the traditional designs from these regions. We continuously attend training workshops in the areas of administration, accounting, new designs, dressmaking, and topics for reflection such as indigenous and women's rights, rescuing historical memory, etc. to strengthen ourselves, keep us going, and allow us to reach our objectives.

The growth of the Jolom Mayaetik Cooperative and the Center for Training has shown us that the creation and use of collective spaces for women allows us to develop relationships, both within our communities and also between our communities and the larger public, of a more equal nature. Our work thus contributes to the development of a more just society.

Techniques

For thousands of years, rituals have given each indigenous group a meaning of life. Without doubt, the survival of weaving, techniques, colors, and symbolism, has preserved the representation of the Mayan world: fertility, life, death, beliefs, and deities. The cosmology and history of an entire culture is written on every weaving and serves as a communion between mortals and deities. Found in every texture are the diamond or in occasions a zigzag representing a snake, both symbols of a universe in harmony, or the maize plant, symbol of mother earth with its multiple arms with which it embraces her children.

Though the majority of us weave with the back-strap loom, some of us embroider as well. Whether it be in weaving or in embroidery, all of us use cotton and self-produced wool. Nowadays with the search for diverse markets, current cultures partake in this millennium old legacy. Ancient techniques such as the back strap loom or natural dyes are intertwined with techniques brought from outside such as the pedal loom or more modern ones such as sewing machines. This allows young women to work without having to migrate to the cities and continue developing the culture of textile. This way we can still create traditional designs, while at the same time creating new designs.

Jolom Mayaetik shares this search with the French civil association: “El Camino.” Through this search we learn to adapt ourselves to the demands of the market without forgetting the traditional designs. These are novel products that incorporate new artistic designs with traditional symbols and technique to create new ideas for the diverse world market.

Each municipality has its own traditional style and traditional designs. Below are links to each municipality, and will describe their weaving techniques and show their traditional dress.

PROJECTS

When we started the cooperative Jolom Mayaetik we wanted a different kind of cooperative. We wanted a space where we could have more freedom and do new and creative things. Apart from the commercialization of our products we are taking workshops, we go on sales trips, and we have visited other states and countries. This cooperative is different because it is us who administer it. It is us who go on the trips and speaking tours. Through the cooperative we are able to participate in courses and workshops. With the cooperative we have the option of political participation. And we are independent of the government.

In this learning process we have been accompanied by an organization called Kínal Antzetik (Land of Women). They visit us in the communities and prepare workshops of administration, accounting, and sales and thanks to them we have learned how to organize ourselves and drive and administer our cooperative.

Now we are working on the construction of an educational center in conjunction with the women in Kinal Antzetik. There we have workshops of marketing, natural dyes, computation, Spanish, English, women’s rights, and indigenous rights. In this space we are also constructing a space where women can stay when they travel to San Cristobal from their communities.

Other projects include working in our organic garden, and producing our book. This book is about our lives as indigenous women. We are producing in cooperation with the women of Kinal Antzetik. You can read the first chapter here (we are sorry, but it is not available in English at this point). If you have more interest in these projects you can write us here.