viernes, 13 de mayo de 2011

CÓMO FUERON NUESTRAS COSTUMBRES




“Las ancianas son las que saben más, mi abuela así hablaba de sus abuelas también”.

Rosa López, Tzutzbén
Antes no existía el nylon, pero la hoja de plátano era muy buena para hacer las tortillas. Después de hacer las tortillas con la hoja de plátano la poníamos en agua para que no se maltratara. Cuando ya está muy maltratada buscamos otra.
Apareció el nylon cuando yo tenía 14 años. Con el nylon las tortillas salen más suaves; así dejé de usar las hojas de plátano, desde ese día hasta ahora las tortillas las hacemos en nylon. Sé que el nylon llegó cuando tenía 14 años, porque a los 16 me casé, ahora ya tengo 55 años.
También el aceite comestible tiene poco tiempo; antes usábamos pura manteca de cerdo, cuando mataban cerdo ahí comprábamos todas. El aceite, tiene entre 25 y 30 años que llegó.

María Gómez, Yochib
Antes dicen que las tortillas las hacían en hojas de plátano; yo ya no me tocó, crecí después, tampoco utilicé el metate, porque ya había molino.
Mí abuela me dice que eran muy pobres, entonces no alcanzaban a comer tortillas, sólo se hacían un poco de atole y un poco de frijoles. El dinero no les alcanzaba para maíz, tomaban Xbujk, que es la raíz de una planta; hacían tortillas de plátano porque no había dinero para comprar maíz y aunque sembraran no se daba bien la cosecha.
Dice mi mamá que sólo tenían un sets’ (plato), era muy grande y todos comían de allí, lo llenaban de frijoles o lo que iban a comer y comían juntos, niños y grandes.
Hay gente que cuenta con mucho detalle como vivieron, nos llevaría días enteros escucharles. Antes nos decían que no conocían los zapatos, no como ahora que hasta hay para los niños chiquitos, así que como no había los hacían con doblador (hoja de elote seca). No sé contarlo bien, las abuelas lo cuentan muy bonito.
La gente grande sigue conservando sus costumbres y también sus alimentos, por ejemplo: siguen comiendo ratas de campo; nosotras hemos intentado comerlas pero nos da asco y vomitamos; para los ancianos es parte de su alimentación, ellos si se las comen cuando pueden cazarlas o alguien les vende porque no todo el tiempo se encuentran, a veces es muy difícil porque no hay muchas, o no caen en las trampas que les ponen. También comen las ardillas y conejo.

Francisca Pérez, Chichelalhó
No se usaba el jabón, se usaba una planta que se llama, Ch’ upak. No había ollas ni sartenes, las cucharas eran de palo, no había de peltre, sus sartenes eran de barro, no había de fierro, todos los recipientes para cargar agua y para cocer maíz eran de barro.
Las ancianas son las que saben más, mi abuela así hablaba de sus abuelas también.


Manuela Hernández, Tzutzbén

La tradición de nuestros antepasados así era. Todas sus ropas las tejían y las bordaban, así eran sus costumbres. Y de alguna forma así seguimos hasta ahora, tejemos y bordamos también.

Celia Sántiz, Bayalemó
Según mi mamá, nuestros antepasados, compraban bolas de algodón en el pueblo, allá se conseguían, compraban las bolas de algodón para convertirlo en hilo. -Eso decía mi mamá-; que se utilizaba puro algodón no lana. Creo que antes no existían fábricas, por eso ellas tenían que hacerlo. Mí mamá no sabe hilar algodón pero a lo mejor sus papás si lo hacían.


Pascuala Patishtán, Bautista Chico

Antes los platos no existían, solo habían los sets’. Son de barro, parecidos a las ollas, pero que servían para comer, también les llamamos pulato. Dicen que los más antiguos hacían sus propios platos, sus cómales y ollas. No lo compraban si no que cada familia sabía hacerlo. Mi mamá me cuenta que sólo había dos platos sobre la mesa y toda la familia comía del mismo plato.
Antes no había cubetas, eran puras ollas de barro en donde ponían sus frijoles; el maíz para las tortillas y el pozol.
Dice mi mamá que tenía que comprar el tunim (algodón), y pegarle con una varita para sacarle las semillas, después hacerlo hilo con el petet,(instrumento para hilar) para poder tejer sus ropas, así que era mucho trabajo y si quería tener hilo de color rojo, entonces tenía que pintarlos con la cáscara de nakté (roble); -Era un rojo muy bajito-. También hacían sus servilletas para las tortillas.
No había chales (rebozos), así que se cubrían con los mochibales (capa), que son como los que ahora venden los de San Juan Chamula; están hechos con lana de borrego; las cobijas también eran hechas con lana de borrego.
En ese tiempo no había nylos para cubrirse de la lluvia, utilizaban una especie de palma para no mojarse, -aunque siempre se mojaban-.
Mi mamá me ha contado que antes la gente no tenía que trabajar porque el maíz y el fríjol se daban muy bien, ahora crecen bien con puros fertilizantes.


María López, Bayalemó
La vida ha cambiado, en la milpa se usa puro abono químico, los herbicidas es lo que ahora usan los hombres; lo sienten más bueno porque trabajan menos, antes trabajaban mucho en el día pues con el azadón se avanza poco. Lo malo es que se va acabando la tierra; si sembramos chilacayotes ya no se dan, se mueren las semillas y cuando les ponen abono químico crecen.
Lo que yo veo de la vida actual es que ya no somos fuertes como nuestros abuelos y abuelas, hasta podemos morirnos muy tiernos, se nos encanece el cabello y ya no vivimos bien y nos ponemos muy menuditos (delgados, débiles).
Nuestros antepasados vivían muchos años, eran de sangre fuerte.
Se nota que vivimos mal. Tomamos refresco, comemos cosas que vienen de las fábricas, quién sabe si se han preparado con higiene, todo ya es tratado con químicos, como las verduras, calabacitas, el maíz, por eso estamos débiles, nos enfermamos de dolor de cabeza, estómago, dolores musculares, es todo lo que padecemos. Ya no sabemos cómo curarnos, lo que compramos son las medicinas de farmacias, aunque no sirva, pero lo compramos si no, nos morimos.
Con el tiempo se ha venido empeorando la vida, pero quién sabe qué más puede suceder en el futuro.
Antes usaba las ollas de barro como parrilla, ahora las parrillas son de metal. La ventaja de las parrilla de ahora es que se pueden poner a calentar muchas cosas al mismo tiempo.

Pascuala Patishtán, Bautista Chico
Nuestros abuelos y abuelas eran muy fuertes. Dicen que la enfermedad entró en las comunidades cuando se construyó la carretera de Tuxtla. Antes nadie decía que le dolían los huesos o alguna otra parte del cuerpo. Dicen que cuando construyeron la carretera destruyeron un cerro y fue así que vinieron las enfermedades. Con la destrucción del cerro llegaron a las comunidades los coyotes, se empezaron a comer los pollos y los borregos. Antes los pollos y los borregos estaban tranquilos, no les pasaba nada; decía mi mamá: “Aquí los dejaba solos”.
Mi papá decía: “Que los ancianos, le pegaban machete a su espinilla y sacaban chispas de fuego, ahora si le pegamos, salen chispas de sangre”.
Mi mamá decía que su tío trabajaba mucho, buscaba a 10 personas para rozar y producir maíz y fríjol. No era necesario usar abono ni herbicidas.
En el pasado, nuestros padres hacían las ollas de barro y cómales. Usábamos también un “bochil lum” ( plato de barro ), con eso se sirve de comer chilacayote.
No se tenía que comprar la cal, la misma gente la quemaba, había una persona encargada que tenía que estar cuidando el proceso durante 3 días, esta persona no puede regresar a su casa mientras cuida la cal, así que durante esos días no ve a su esposa, dicen que si se va con su esposa, se hecha a perder la cal porque es algo sagrado, esta persona es elegida y cada año se renueva su cargo.
Para elaborar la cal, se usan piedras de cal especiales, se necesita leña para quemarlas, una vez preparada la cal, la reparten entre las autoridades, el sobrante lo venden. Tienen una medida que se llama vara te’ con esta medida la venden. Cuando se usa se vierte en agua y lo que no se usa se entierra para que no se eche a perder.
Los platos que usaban antes eran de madera. Yo todavía los uso junto con los de ahora y las cucharas de madera también las uso.
Antes no se acarreaba el agua en ánforas, se usaban cántaros; eran nuestros padres quienes los hacían de puro barro. Hacían grandes y pequeños para que pudieran cargar las personas grandes y los niños.
También vendían los cántaros, es importante escoger el mejor barro, debe ser especial, si no es bueno, los cántaros se truenan cuando los meten al fuego.
El barro malo tiene espinas que se entierran en las manos al agarrarlo; no se amasa rápido, se tiene que moler y se le sacan unas pepitas. Dicen que lleva 3 mezclas para que salga bien, ya no me tocó mucho molerlo, ya fue poco porque estaba pequeña todavía; a mis hermanos sí les tocó.
El barro bueno no se consigue con facilidad se tiene que ir muy lejos de la comunidad, además se escarba muy profundo para encontrarlo, no es que puedes conseguirlo allí no más en la superficie, es difícil de conseguir el barro para olla, el comal, y el cántaro.
Mí mamá hacía tortillas con las manos, me acuerdo todavía como estiraba la masa sobre sus manos para hacer las tortillas, parecía fácil para ella, cuando me ponía a hacerlas no me salía.
Mí mamá hacía sus tortillas y no usaba bolsa de plástico. Iba a las fiestas para ayudar, molía el maíz en puro metate, las tortillas las cocían en cómales de barro embarrados con cal, con las manos hacían las tortillas para el Alférez y el Pasión. Las mujeres se sentaban alrededor del comal con su masa para hacer tortillas. Tiempo después empezaron a hacer las tortillas en hojas de plátano, lo malo era que luego no podían despegar la tortilla de la hoja, y más tarde salieron las bolsas de plástico y con eso se ayudan las mujeres para hacer la tortillas. Hace mucho tiempo se hacía trueque en la comunidad Ya’al chitom (comunidad ubicada en el municipio de Chamula), allá más abajo en tierra caliente; en esa región son productores de aguacate, allá no crece las verduras. Cuando no hay dinero para comprar aguacate entonces llevaban sus verduras en redes bien llenas, así mismo las traían de regreso, llenaban la red con aguacates, eso es lo que yo he visto. Ahora ya no se si es así, porque ya no llego allá.
Nuestros abuelos le llamaban al dinero karera. Tenía el tamaño de una moneda de 50 centavos de ahora. Ya no me acuerdo que figura tenía. Los abuelos las guardaban pero los niños jugaban con ellas.
Había unas monedas que se llamaban mexicano, tenían un sol, y en este momento recuerdo que la moneda karera tenía una flor.
En el tiempo de mis papás y abuelos no había reloj, sin embargo ellos sabían qué hora era; se despertaban muy temprano, medían el tiempo a través de las estrellas. Cuando estaba amaneciendo se daban cuenta por una estrella Curus k’anal (estrella cruz), hay mol k’anal (estrella anciano superior); cuando estas estrellas aparecen nuestros padres y abuelos se levantan.
Dicen que las estrella xolom y jukulpat, son las que nos observan, mi padre medía el tiempo sólo con las estrellas, me decía. “Levántate que ya va amanecer”, y el ya había molido el maíz, yo sólo hacía la tortilla.
Nuestros padres y abuelos no dormían tanto como lo hacemos ahora, se levantaban muy temprano y salían a trabajar.
Trabajábamos todo el día y cuando ya eran las 12 del medio día nos decían que teníamos que descansar; ponían su azadón sobre la tierra y cuando el sol cae exactamente en el mero centro, significa que ya son las 12 del día.
Igual le hacíamos con el calendario, no usábamos el de los “Kaxlanes” (mestizos), lo malo es que ya no nos acordamos de nuestro calendario, estamos perdiendo nuestras costumbres del pasado.
Mí mama vivía en una casa muy grande hecha de madera y techo de zacate, tenía un corredor, la casa la construyó su papá. Los ancianos se organizaban para construir las casas y para medir la cantidad de zacate que necesitaban, contaban por jbok’ (equivale a 400 piezas). De esta forma planeaban cuantos manojos tenían que cortar para la casa, de la misma forma contaban el maíz. También decían janika; yo no entendía qué era janika, pero investigué y supe que equivale a 12 litros, ahora ya nadie entiende esta forma de medir, tal vez en español se le llama fanega.
Antes cargábamos las cosas con cuerdas de cuero de vaca, no se usaban las cuerdas de plástico. Cuando se mataba una vaca, nada se tiraba, aprovechaban todo, se repartía todo, nada se desperdiciaba, se repartía hasta el pene del toro.

Manuela Hernández, Tzutzbén
Antes no había agua potable, se tomaba únicamente el agua de los arroyos, acarreábamos hasta nuestras casas en jarrones a los que les llamábamos “ja’be”. Ahora el lenguaje a cambiado pues a estos jarrones les llamamos “lupo’, o lup yoxo’”.
Se usaba un morral para cargar las semillas porque había muchos animales en la tierra, se llama “pat chon o pat tuluk’” (concha de armadillo); era muy cómodo.
Las mujeres cargábamos las semillas de fríjol en una jícara, era la original porque ahora usan trastes de plástico.
Nuestros padres nos vendían por “pox”, -mi padre así era-; ofrecía a sus hijas con tal de que le dieran “pox”. Así era la costumbre.
Cocinábamos las cosas en ollas de barro. Las ollas las hacían los chamulas (habitantes del municipio de San Juan Chamula), mí mamá las compraba.
Había unas ollas llamadas “baxil bin” (olla). Esta olla calienta muy bien. Ahora se usan ollas de peltre, casi nadie usa ollas de barro ni tampoco “sets’” (plato de barro), que se usa para poner su “voch’” (masa). También se usaba “lech” (cuchara o cucharón tradicional) que es también de barro como el “sets’”, cuando se rompe “lech” se usa para mover el atole que se prepara el día de Todos Santos (Día de los Muertos) .
Para el fríjol se usa otro “lech”, pero de madera, ése se utiliza también para la verdura. Cada comida tiene su propio “lech”; -eso era antes-, ahora todo cambió, ya no existe el “lech” ni el “sets’”, sólo hay ollas galvanizadas, cucharas de metal y platos, antes solo comíamos en platitos pequeños de barro.
Ahora también consumimos productos de lata. Son muy sabrosos, parece que el chile fuera más rico que los demás, por eso compramos las latas de chile. Nuestros abuelos no consumían esos productos, nosotros lo que compramos más son los chiles de lata, los frijoles no tanto.

1 comentario:

  1. Que hermoso texto. Os leo desde Galicia, España. Me habeis emocionado, recuperar las costumbres a veces no es solo un derecho sino tambièn una obligación, moral.

    Un abrazo y mucha fuerza

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